miércoles, 10 de septiembre de 2008

La Abuela

Algún día dejarás de soñar con tanta tontería - dijo la abuela -.

¿Por qué dejar de soñar? - no me atrevía a preguntarle, no me atrevía a decirle que cuando sueño es el único momento en el que no me torturo pensando que el resto de mi vida podría estar destinada a ser como la de ella; así de miserable me sentía cuando me despertaba, así de inútil; yo, prefería soñar con cosas que nunca vendrían, pero que en mis sueños me emocionan y me generan sensaciones intensas que el destino me privará de poder vivir algún día, si sigo viviendo con ella.

En este sueño, a diferencia de los anteriores, había mucha luz y Mateo por fin se animó, me tomó de la mano y yo misteriosamente me sentía linda, veía mis manos tocando su espalda mientras él me abrazaba y me decía que lo único que quería era hacerme feliz.

Hasta que la abuela gritó: - ¡Despiértate, es hora de que te levantes, todo el día estas metida en esa cama y en ese cuarto de cuatro paredes, al menos ayúdame, haz algo!.
- Caramba abuela! lo único que tengo que hacer es darle de comer a Pancho que espero que ya se muera - ese loro ha vivido desde que yo tengo uso de razón y lo único que hace es joder.

La cachetada de la abuela ya no dolía, lo que más dolía era el pensar en que cuando llegara a vieja, iba a ser como ella: una vieja amargada a la que nadie quería, que era capaz de empeñar su alma con tal de joderle la vida al resto, y sobre todo a mi.

Con razón el abuelo se suicidó a los 4 meses de casarse con esta vieja loca, con razón mi madre se fue de su casa, pero lástima que se olvidó de llevarme con ella; con razón mi papá dejó a mi mamá cuando comenzó a parecerse a la abuela, con razón el Loro Pancho le picotea la mano cada vez que la abuela intenta darle de comer y empieza a dar vueltas como loco por toda su jaula. Ahora lo entiendo todo.

Ese día luego de haberme despertado a cachetadas y haberme gritado tanto, no pude más señor policía, la vi tan rechoncha y riéndose con esos dientes negros picados por comer tanto dulce; escuché su sonrisa escandalosa burlándose de mi, que no aguanté más y esa misma noche, sentí ira, ansiedad y nervios; me transformé en otra persona; entré a su cuarto y la vi tirada gorda y aún cuando dormía era fea y causaba miedo; estaba roncando con la boca abierta y me dio más cólera; nunca había sentido más odio que por mi abuela, con mi propia almohada la ahogue hasta que sus piernas ya no se movieron; nunca pensé que iba a tener tanta fuerza como para poder ganar esa lucha contra la abuela, o puedo también pensar que ella ya quería morir y esperaba que yo la mate.

D i a n a

2 comentarios:

RigelD dijo...

Que trágico final... al parecer la única forma de no convertirse en una copia de la abuela era matarla... interesante =D. Tiene una estructura similar a un cuento de Ribeyro: "Explicaciones a un cabo de servicio".

Contadores de Cuentos dijo...

Rigeld:

gracias por el comentario. Y sí la única forma de no convertirse en ella era matándola, pero... creo que se convirtió en algo peor.

D i a n a